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Te presento a Ricardo, ecuatoriano de 41 años, que vive en Madrid y es dueño del restaurante:
“Perla Ecuatoriana”. c/ Teruel, 9 Madrid 28020 Telef: 910 268 030/ 608 657 091
Ricardo llegó a Madrid hace 7 años con el sueño de poder trabajar y hacer dinero para poder comprarse una casa en su nativo Ecuador. Atrás dejó su trabajo como electricista en una de las principales compañías de TV por cable de Ecuador, dejó a su esposa por 9 años, sus amigos y a sus padres.
Afortunadamente cuando llegó a Madrid pudo trabajar como electricista en la construcción, aunque por poco tiempo, porque la crisis en el sector de la construcción acabaría poniéndole la primera zancadilla a sus aspiraciones de progreso aquí en Europa.
Ricardo comenzó a conocer lo que significa estar sin trabajar, a experimentar la sensación de soledad al no tener ningún familiar con quien hablar o que te ayude económicamente, y lo más aplastante de todo ….cuando más necesitaba el apoyo emocional de su esposa que quedó atrás en Ecuador, ella le dijo: “ADIOS”.
Así comenzó el periodo más duro en la vida de Ricardo, una época de la que él recuerda su momento más triste cuando se vio sentado en un banco de un parque y teniendo como alimento para todo el día una barrita de pan… y agua proveniente de una fuente del parque.
Ricardo en su peregrinar buscando trabajo, encontró un restaurante ecuatoriano que le aceptó para que trabajara como camarero, así terminaban los dos años más largos de su vida.
Igual que las penas, las alegrías también llegan juntas. Ricardo volvió a enamorarse y de esa relación nacieron sus dos niños. La unión no duró mucho tiempo, pero el hecho de tener un trabajo, le permitió mantenerse y cuidar de sus hijos…. como hace hasta el día de hoy.
Varios fueron los restaurantes en los que trabajó de camarero hasta que tuvo la suerte de poder cambiar a ser ayudante de cocina, en uno de ellos aprendió con un experimentado chef ecuatoriano.
Quiso el destino que un día ese mismo Chef dejara su trabajo y Ricardo le propuso a sus jefes ocupar él ese puesto.
Relata que los inicios no fueron fáciles, pero el mismo se define como un hombre con mucha fuerza de voluntad, por lo que a medida que pasaba los días eran más los clientes que salían satisfechos con la comida que los insatisfechos, excepto una cliente que por desgracia solía ir a comer todos los días al restaurante y cada día se quejaba de algo distinto de la comida.
Un día Ricardo se enojó tanto que rompiendo las normas, decidió salir de la cocina e ir a confrontar a esa insoportable mujer. Hoy día Mary, así se llama la “pesada mujer”, es su pareja.
A este hombre de rostro noble, pero de mirada severa, profunda, típica de quien lleva el alma curtida por la vida; hace unos seis meses se le presentó la posibilidad de lograr un nuevo sueño surgido en su trajinar por los distintos restaurantes ecuatorianos en los que trabajó en Madrid, el sueño de tener su propio restaurante.
Ricardo no titubeó ante la nueva posibilidad, aceptó el reto y se fue a Ecuador de vacaciones para recuperar energía. En sus vacaciones en Ecuador no paró de visitar negocios de comida para captar ideas, recetas, etc.
Todo en su restaurante tiene un Por Qué, desde la carta de precios hasta los colores de la decoración, en ello va su historia. Ricardo le hablará de la foto de la hoja de árbol presente en la carta de precios, esa hoja que le regaló su madrastra, su segunda madre porque fue quien le crio, le hablará del río de la ciudad de su madre, de un escudo, del color amarillo y hasta de que su abuelo era chino cantonés.
Fue en su restaurante, aquí en Madrid, cerca de Cuatro Caminos, donde nos reunimos para hacer las fotos que muestro aquí y que precisamente son las primeras que hago de alguien trabajando. Consideré que este tipo de fotografía sería el más apropiado para acompañar este artículo.
Más adelante le pediré que me deje hacerle algún retrato fotográfico a él y a su chica, de esos que suelo hacer normalmente.
Debo confesar que fue muyyy duro verle hacer los patacones, (en Cuba les decimos Tostones) y no dejarme llevar por mis instintos de pedirle que me dejara ‘probar’ 1,2,3,4….de ellos.
Los patacones se hacen, troceando el plátano macho, friendo los trozos y luego aplastándolos y poniéndoles sal por encima.
Me contaba Ricardo que el plato más vendido en su restaurante es el cangrejo.
Al despedirme experimenté un sentimiento agridulce y se lo tuve que comentar. Entré en su restaurante porque andaba por las calles en búsqueda de historias de vidas interesantes, historias de gente común, entré porque me llamaron la atención los vivos colores de su fachada y la aparente pulcritud del interior del local, visto desde la calle. Al abandonarlo, sentí que Ricardo y Mary habían ganado un cliente, un admirador que un día fue a su restaurante a pescar historias y salió él,….. “Pescado”.
Tú que ahora me lees, conoces personas con historias interesantes, te gustaría que otros las conocieran? Por favor ponme en contacto con ellas y las compartiremos aquí. También te pido compartas esta historia con tus amigos, principalmente si son ellos inmigrantes; quizás les motive a seguir en su lucha,………. no importa el lugar del mundo donde se encuentren.
Gracias!!!
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